viernes, 7 de noviembre de 2008

Solo ellas dos enfentadas, imitaban sus gestos de una forma tan perfecta que asustaba. Se miran callada y detenidamente hasta que una rompe el silencio: "¡que fea estás... no quiero volver a verte!" y así sin despedirse se dispone esconderla para siempre, sería una vergüenza si alguien la viera.
Las preguntas sobre el pradero de la otra no cesaban, pero todos tenían que comprender que no estaba bien que estuviera allí.
Había que ayudarla, no podía dejarla así y escondida ni apartada de todo.
Días, meses y talvez años; decidió volver a verla esa mañana. Notó muchos cambios, el desgano era notable y ella, toda en todo aspecto y sentido, había cambiado mucho. "¿Qué pasó Lola?...¿Qué hicimos ahora?".
No volvió a esconderla pero la ira la impulsó esta vez a pegarle muy fuerte a "la otra". Así se quebró en millones de pedacitos lastimando a su compañera, a quien no imitaría nunca más.

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